Reflexión primera
Reflexión primera
¿Qué puede tener en común el inigualable Rafa Nadal con una servidora, Laura Carrera, la chica de las flores comestibles?
¿Qué tengo que ver yo con este gran deportista?
Pues así, a bote pronto poco, o, mejor dicho, nada. Rafa Nadal, reconocido como el mejor tenista en tierra batida del mundo y uno de los mejores del mundo, el inigualable, el grandioso, el magnánimo, ha anunciado que deja lo que ha sido, hasta ahora, su modo de vida, o por lo que todo el mundo le conoce y reconoce, se retira del tenis. En mi caso, y salvando las diferencias, que son estratosféricas, sobre todo porque en mi vida jamás he jugado al tenis, también quiero anunciar que ya no hay más flores comestibles, al menos, de la manera que hasta ahora las había concebido. Durante 14 años todo aquel que me ha conocido sabe mi vinculación con ellas, las flores comestibles. Fundé Flores en la mesa, posteriormente, de la mano de Frutas Olivar creamos Innoflower y recientemente, el día 11 de septiembre de 2024 fui despedida de la empresa que yo misma fundé, a lo Steve Jobs, pero a lo cutre. El sistema me expulsó, la empresa que nos adquirió con propaganda defectuosa me arrojó al vacío, cambiando hasta las cerraduras, sin un tal vez, ni posibilidad de réplica. Pero, como no puede ser de otra manera, seguiré amando a las flores comestibles. Me imagino que Rafa Nadal, cada vez que escuche la palabra tenis vibrará algo en su interior. A mi también me va a pasar. No se las puede desvincular mis pensamientos, mi cordón umbilical con las flores comestibles, a pesar del dramático e inesperado final. El paso que ha dado Rafa Nadal ha sido meditado, en mi caso ha sido inesperado, duro, muy duro, con lágrimas y borrado del sistema.
Pero no, no quiero hablar en negativo, ya no toca, porque estoy profundamente agradecida. Todas, y cada una de las personas que me han escuchado, que han creído que las flores en la gastronomía aportan un halo de magia difícil de explicar. Durante 14 años he vivido día y noche en torno a ellas. Flores en la mesa, Innoflower, Aflorita, Montañita y todo el universo de las flores que se comen no se ha hecho solo, sin en colaboración de cientos de personas, diría miles. Y es que un proyecto empresarial no se hace solo, es la implicación de muchísima gente que aporta, colabora, obstaculiza, crea, disfruta, se queja, disfruta. Si tuviera que resumir estos 14 años solo podría decir una cosa y es: Wowwww. He vivido una vida de sueño, en la que he aprendido, reído y llorado, pateado, defendido, viajado y sobre todo he hablado y escrito sobre las flores comestibles.
Todo tiene un principio y todo tiene un final. Hay inicios claros y otros difusos, lo mismo que los cierres. A pesar de llevar unas semanas de auténtica locura y de haber pasado por todos los estados de la materia, ya por fin puedo decir, que el final ha llegado. Siento una extraña sensación de querer despedirme, de dar las gracias, de decir que estoy viva, que ha sido un mes increíble en el que tantas y tantas personas me han arropado y ayudado en esta tarea de decir adiós a lo que ha sido prácticamente mi mundo profesional para mí. No voy a poner nombres, la lista sería interminable y ellas, las personas que han estado a mi lado lo saben de sobra, pero quiero que sepáis que estoy feliz y emocionada. Hoy digo adiós a una parte de mi vida, pero no es la primera vez, cuando estuve rodeada de palomares, de lino, de nísperos, de ciencia. La vida son etapas y salvo unos privilegiados que puede decir que su vida laboral ha sido única y satisfactoria, la mayoría aguantamos y sobrevivimos a las diferentes etapas y nos abrazamos a los cambios lo mejor que podemos. Me siento profundamente agradecida y tan feliz de haber sido Laura, la de las flores. La posibilidad que se me ha brindado de convertirme en la profesional que soy y, a pesar de que la confianza se ha visto tambaleada, hoy miro para adelante, para el futuro que me espera, lleno de ilusión, un nuevo lienzo que colorear, pero la diferencia es que este lienzo tiene un cuaderno al margen, lleno de borradores, rutas y destinos, que no son otros que los conocimientos adquiridos, unos por constancia y tesón, otros por los aprendizajes a base de coscorrones, de golpes, de tropiezos. Eso me llevo, la sabiduría, la gente con la que he realizado este viaje, que he conocido y me conoce y sobre todo la ilusión de haber llevado a puerto un sueño, que no es otro que el de llenar el mundo de flores comestibles, el de llenar el mundo de belleza. Y, disculpen la osadía, creo que lo he conseguido. El mundo que he creado, junto a muchísima gente, ha dado mucho que hablar, hemos salido en televisión, en periódicos, revistas nacionales e internacionales, hemos hablado en la radio, estamos presentes en decenas de páginas de internet... Las flores de Zaragoza y Soria han llegado a los mejores restaurantes no solo de España, han viajado hasta Australia, hay tantas anécdotas que hasta estoy escribiendo un libro con todas ellas. Supongo que todo emprendimiento de cero vive situaciones similares. Yo, humildemente, solo puedo hablar de las mías, y han sido increíbles.
Abrazo al cambio, a los nuevos retos que vendrán _que ya están llegando_, lo abrazo con fuerza y deseo que las flores comestibles lleguen muy lejos, porque en el fondo siempre tendrán mi germen, mi semilla. Al igual que Rafa Nadal no inventó el tenis, pero la palabra tenis siempre estará vinculada a él, de la misma manera yo no he creado las flores comestibles, pero estoy segura, que cuando las veas en un plato pensarás en el entusiasmo, la valentía y la constancia de una chica de pueblo, Laura Carrera, puso en ellas. Larga vida a la belleza en la gastronomía, larga vida al arte en todas sus formas. Y larga vida a Rafa Nadal. Hoy te llenamos de flores, pero de las que se comen. Wowwww.
Zaragoza, a 10 de octubre de 2024.